La diócesis de Culiacán promueve, desde septiembre de 2012 a través del DIDEC, en sus comunidades, escuelas católicas y familias con la catequesis infantil, el proceso de iniciación cristiana que se usaba desde la antigüedad: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Para los niños que ya
recibieron el bautismo, al adelantar el sacramento de la Confirmación al de la
Eucaristía, se quiere que durante su itinerario de catequesis reciban este
sacramento entre 8 a 12 años. En el caso de los que ya recibieron su Primera Comunión,
se han de preparar a recibir su Confirmación según los tiempos establecidos en
sus comunidades. En el caso de los que son niños mayores de 7 años y no han recibido su Bautismo se pide que sigan su
itinerario de catequesis normal y reciban la iniciación cristiana como marca el
Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos. En cuanto a los que ya son mayores
de 13 años y no han sido bautizados, deberán seguir su itinerario catecumenal propuesto
en el “Itinerario de Formación para los Sacramentos de Iniciación Cristiana”
por DIDEC.
Con
los Sacramentos
de la Iniciación Cristiana se ponen los fundamentos de toda vida cristiana nos
dice el Catecismo de la Iglesia Católica
(CEC 1212). Podríamos decir que, entre estos tres
sacramentos existe la misma relación que entre el nacimiento (Bautismo),
crecimiento (Confirmación), y plenitud (Eucaristía). Y así como el nacimiento y
el crecimiento están ordenados a la plenitud, el Bautismo y la Confirmación lo
están a la Eucaristía. Los tres han de ir juntos y no separados, los tres han
de ir en ese orden y no al final la Confirmación. La Confirmación se
llama así, porque confirma y
refuerza en profundidad la gracia del Bautismo (cf. CEC 1289; 1303), y
se orienta a la Eucaristía. A su vez, el bautismo, sin la
Confirmación y la Eucaristía, la iniciación cristiana queda incompleta.
¿Cuáles
son las condiciones para recibir este sacramento? “El sacramento de la Confirmación puede y debe
recibirlo, una sola vez, aquel que ya
ha sido bautizado. Para recibirlo con fruto hay que estar en gracia de Dios” (cf. CEC
1306; 1310).
En cuanto a
lo primero, de no estar bautizado no hay sacramento de la confirmación.
En cuanto al estar en
gracia, invitamos a estar atentos al concluir este ciclo anual de catequesis
con aquellos que recibirán su Primera Comunión en Junio. Prepararemos a los
niños para recibir antes el sacramento de la Confirmación. Debemos prever la
fecha de su Confirmación y prepararlos con una catequesis propia de este
sacramento. También está la novedad de prepararlos
para llevar a cabo su primera Confesión sin todavía recibir la Primera Comunión.
Los niños aprenderán a confesarse sin todavía recibir la Eucaristía. Conviene
muy bien educarlos para que perdiendo el miedo, sepan hacer bien su examen de
conciencia para vivir la experiencia de la misericordia de Dios y vayan dando
pasos en el camino de su conversión.
La
preparación y la celebración de la primera Confesión de los niños hay que
enmarcarla no sólo como requisito previo a la Confirmación y a la Primera
Comunión sino como parte integrante de la Iniciación cristiana. De hecho, los niños pueden
hacer experiencia de su Confesión desde mucho antes y muchas veces. Así se evita ver esta etapa como meta, graduación o hacerla de
carrerita. La
catequesis preparatoria debe señalar una firme conexión entre el sacramento del Bautismo y
este «segundo
bautismo» en
el que Jesús nos trae el perdón de Dios Padre y la Iglesia nos perdona en
nombre de Jesús. La catequesis no consiste sólo en que sepan las verdades de la fe o normas
morales; supone dar continuidad de lo aprendido a lo creído, de lo creído a lo
celebrado, y de lo celebrado a la vivencia de la fe.
En este caso, la Confesión, aparte de perdonar los
pecados, infunde la gracia santificante, restituye las virtudes y méritos,
confiere la gracia específica y reconcilia con la Iglesia (cfr. CEC 1469).
Vamos aprender a valorar el sacramento de la Confesión, pues casi siempre
pensamos en Confesarnos porque va uno a comulgar, pero es primeramente para que
se nos perdonen los pecados y estar en amistad con Dios.
De no estar confesado el sacramento de la Confirmación
es válido (es decir imprime un sello imborrable), pero no fructifica en la
persona, por no hallarse en ese estado de gracia. Para que alguien reciba
lícitamente el sacramento de la Confirmación se requiere, si goza de uso de
razón, que esté convenientemente instruido, bien dispuesto, renovar las
promesas del bautismo y confesarse.
Sería como un televisor
desconectado. Puede funcionar pero no funciona. Hay sacramento pero no se
recibe la fortaleza del Espíritu Santo. Hay que conectarlo para que funcione.
En el momento en que se conecta, es decir, desde el momento en que se confiesa
y recibe la gracia, empieza a funcionar y comienza a actuar en la vida. Así
comienza la aventura de ser discípulo. Nos vemos hasta la próxima.
Pbro. Víctor Murillo Beltrán. Coordinador
del DIDEC
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